pelea de entrenamiento

Aciertos = 7 - 5 = 2
Daños = 14 + 2 - 11 = 5
PV = 33 - 5 = 28

Pero fue demasiado lento. La espada llegó tarde a su posición y solo consiguió desviar la trayectoria de la rival. No impactó de lleno en la cabeza del hombre, sino que se deslizó duramente por su pómulo dejando una marca roja allí donde había golpeado. “Mierda, eso duele” pensó a la par que se retiraba un metro, alejándose del oponente que tan bien peleaba y tan rápido se movía. Para mentes no tan experta pudiera parecer un movimiento extraño, lento y carente de sentido para una pelea física. Para los habituados en las artes demoniacas era una cosa habitual. Ya que a la par que sus pies se movían hacía atrás, su energía espiritual confluía en su mano izquierda, la libre, para acumularse en una pequeña esfera de color carmesí intensa.

– ¡Vamos a ver qué tal se te da esto! – Dijo mientras dejaba ir toda esa energía acumulada de golpe, hacía su oponente. Quizás si era tan diestro en el combate cuerpo a cuerpo tuviera mayores dificultades para evadir un kidoh a tan poca distancia. Y si lo evadía al menos lo tendría en una posición ventajosa para golpearlo con su bokken de madera.

[Ataque - Concentración]

Alen Laertes ha efectuado 16 lanzada(s) de uno d10 :

2 , 1 , 6 , 1 , 3 , 9 , 5 , 2 , 5 , 1 , 1 , 7 , 6 , 6 , 4 , 6

Citación :

2. Bola de energía:
Concentra poder espiritual en la mano hasta formar una bola de energía rojiza compacta para impactarla al objetivo. Se tira Concentración enfrentada para ver si acierta. No se resiste. Hace 2d2 de daño. Cuesta 3PE. [Una vez cada 4 turnos]

Stats de Batalla:

Desgraciadamente para él, su ataque de energía salió mal. En el momento crítico le falló la concentración, algo que de cara a futuras peleas no podría tolerar. Una ligera falta de explosividad en el momento de lanzar el kidoh hizo que su trayectoria fuera errónea y, aún peor, previsible. Su oponente tuvo la destreza y agilidad necesarias para esquivarlo sin problemas. Más no aprovechó el espacio dejado para atacar físicamente sino que a su vez, preparó energía espiritual. Apuntando con dos dedos hacía su persona cargó energía espiritual. Con escaso tiempo mental para reaccionar ante ese imprevisto intentó moverse hacía un lateral esperando que el rayo blanco fuera demasiado lento. En cuestión de milésimas de segundos escuchaba ya  la primera parte del encantamiento.

[Defensa - Concentración]

Alen Laertes ha efectuado 16 lanzada(s) de uno d10 :

2 , 2 , 8 , 2 , 3 , 4 , 9 , 7 , 3 , 3 , 3 , 10 , 2 , 8 , 6 , 7

Aciertos = 9 - 8 = 1
Daños = 12 - 11 = 1
PV= 28 - 1 = 27

La llamarada blanca pasó a escasos centímetros de su hombro derecho, perforando levemente parte de la armadura metálica y creando un ligero corte en su piel del que pronto saldrían unas gotas de sangre. Cayeron sin prisa sobre el suelo, manchándolo. Seguramente no era la primera ni sería la última vez que ese piso se quedase teñido de ese color. Alen apenas se inmutó, pero soltó una corta frase. – Tsk, parece que realmente eres bueno. ¡Me gusta! – como siempre, un optimista dentro de lo realista. De momento la mayoría de los golpes se los había llevado él, pero eso no le importaba. Lo que no le mataba le hacía más fuerte y pensaba o creía que en esa pelea el riesgo de morir era bastante bajo. Quizás se quedase inconsciente pero ¿morir? Nah, eso era demasiado.

Se sacudió un poco el polvo, miró el hombro herido y de nuevo al joven oponente de cabellos violáceos. Volvió a echar una mirada hacia atrás para contemplar el agujero que el rayo blanco había dejado en la pared más cercana y por donde entraba la luz del sol. La brisa ya tenía por donde correr y le pareció refrescante. – Y dime, ¿se puede saber el nombre de tan digno oponente? Ya sabes el mío. – comentó sin perder ese brillo pícaro en los ojos y esa sonrisa amigable. Con todo no se había olvidado del combate, así que como sin querer también hizo su movimiento. Mientras hablaba y preguntaba el nombre del joven había ido acumulando energía en su brazo izquierdo, el que no llevaba el bokken. Esta empezó a arremolinarse y dar vueltas, cada vez a mayor velocidad. Pasados dos segundos y justo al terminar de preguntar, en un gesto coordinado y todo seguido la libero a la par que decía – Hadou veintinueve. Ruptura Injusta. – Una ráfaga giratoria salió disparada hacía su oponente. Sería hora de ver quien hacía los boquetes más grandes.

[Ataque - Concentración]

Alen Laertes ha efectuado 16 lanzada(s) de uno d10 :

10 , 8 , 3 , 2 , 5 , 4 , 5 , 7 , 5 , 9 , 10 , 9 , 6 , 8 , 1 , 9

Kidoh escribió:

29. Ruptura Injusta:
El usuario crea y arroja una lanza compuesta por un reiatsu que gira a numerosas revoluciones por segundo, provocando que atraviese y desgarre limpiamente la piel y los músculos del objetivo.
Se tira Concentración enfrentada para ver si acierta. Inflige 7 de daño, y penaliza con -3Destreza y -2 Resistencia durante 2d3 turnos.Cuesta 6PE. [Dos veces por combate]

Off: Gracias! Cuando tengo tiempo intentó hacer post más bonitos. No como hoy...

Ese combate estaba resultando altamente decepcionante. No porque el joven, que finalmente se presentó como Elian fuera mal contrincante, sino todo lo contrario. Era un buen guerrero, quien a juicio de Alen, debería tener un ascenso pronto si es que ya no era oficial. Una de las cosas que nunca hacía era los deberes de sociales y conocer a toda la gente del Gotei le resultaba una ardua tarea. Más con tantas altas y bajas en los cargos sumadas a las defunciones. No, lo más decepcionante de aquel combate eran sus pocas capacidades. Su espíritu de superación siempre activo debía pelear contra su vagancia, también siempre activa. Y por ello, a veces, las cosas no salían del todo bien. Pocas veces daba el 100% de sí mismo salvo en aquellas donde reinaba la supervivencia. Su kidoh por ejemplo había errado su objetivo. Su baja puntería sumada a la alta velocidad, habían hecho un juego de niños errar el tiro. Así pues Elian en otro derecho de elegancia, había saltado por los altos, apoyado en una pared antes de que se derrumbara y proyectado su cuerpo hacía él para golpearlo en la cabeza. Ni siquiera viendo venir el peligro tan de cerca había reaccionado rápido. Interpuso la espada, flexionó las piernas y espero aguantar el impacto.

[Defensa – Destreza]

Alen Laertes ha efectuado 11 lanzada(s) de uno d10 :

6 , 9 , 8 , 9 , 9 , 1 , 4 , 10 , 6 , 2 , 8

Stats de Batalla:

La dureza del impacto le mandó volando por los aires. Tal como había previsto, su oponente había golpeado a la cabeza, pero el bokken de Alen había interceptado el golpe en su totalidad. Más había fallado en un cálculo, que no lo volvería a sorprender jamás. La potencia del hombre en el salto, el impulso eran demasiado para que alguien con sus capacidades físicas, por muy alto que fuera, pudiera aguantar en el sitio. Así que la fuerza del golpe le había mandado volando por los aires hasta toparse con algo que detuviera su caída. Así pues un trozo de pared y los escombros del Rayo Blanco habían tenido el privilegio de clavarse en la espalda del hombre. Se había quedado tendido unos segundos, contemplando el oscuro techo, poco iluminado. – Vaya, hoy parece que no es mi día. – dijo para sí mismo, pero audible para Elian también. Con pereza y apoyándose en la espada de madera se levantó pesadamente. De pie otra vez, miró los destrozos que los rodeaban. Eran bastante considerables, y seguramente alguien sufriría las consecuencias de ello. – ¿Quieres seguir con esto, ¿Elian? Y no, no me refiero a patearme el culo. De eso tengo bastante. – Confiaba en que estuviera satisfecho con la tunda que le había proporcionado.

Mientras, dejando que su aliento se recuperase y retomando el control de sus adoloridos músculos, pasó sus manos con energía espiritual por sus heridas. El aura blanquecina parecía cerrar los pequeños cortes en momentos, pero para los más grandes debería ya acudir a la enfermería. Al menos era un pequeño suspiro de tanta pelea. – Que te parece, ¿lo dejamos aquí? Quizás podríamos venir mañana y seguir, y pasado, hasta que llegue el día que yo te patee a ti… – dijo mientras estallaba en carcajadas y dejaba que su cuerpo se acomodase a su nuevo estatus magullado.

Tirada de Kidoh.

Alen Laertes ha efectuado 2 lanzada(s) de uno d2 :

2 , 1

Citación :

2. Asistencia básica:
El Kidoh más básico de curación. Proyecta una débil aura blanquecina sobre las heridas del objetivo, ayudando a mitigar el dolor y a su cicatrización.
Durante un combate se requiere una tirada enfrentada de concentracion y contra el oponente y superarle para que se ejecute el Kidoh. Si no se está en combate, no hace falta esta tirada.
Recupera 2d2 de PV.
Cuesta 2 PE [Una vez cada 4 turnos]

Al principio parecía ser que Elian quería continuar con el combate. Pese a darle tiempo para sanar sus heridas, estaba dispuesto a seguir con la lucha hasta saber cuándo, e incluso llegó a soltar unas palabras dirigidas a, obviamente, hacer que se enfiereciera y continuara. A partes iguales le gustó aquello. Había conseguido que el hombre callado hablase con soltura y más confianza pero solo para conseguir sus fines. Le respondió secamente, sin acritud ni ofensa pero con rudeza – La vida es aprender y creo que ya he aprendido bastante por hoy. No es ser valiente, lo que quieres es ser temerario. – Despachó con un gesto de la mano, aún sin bajar la guardia del todo. Estaba claro que Elian no se contentaría con solo palabras. Solo deseaba que no se volviera a lanzar a por él con mucha intensidad. Realmente le había dado duro en ese tiempo, y él, poco dado al combate físico, estaba ya cansado y debilitado. Prefería las artes kidoh. Además sin su fiel espada las cosas tampoco eran las mismas. Seguro que se lo recriminaría luego.

Más en ese preciso momento de duelo verbal, antes de que el combate retomara su curso apareció de entre las sombras un hombre. Era el teniente de la primera división, encargado de la logística y segundo al mando tras el comandante general de la Sociedad. Alguien respetado y a la par temido. El dios del papeleo, de las órdenes directas, de la tarea sucia. Como de todos los tenientes. Y a la vez alguien de poder, capaz de pelear duramente como el que más. Así, captando su atención, la pelea murió. Más sus palabras ensalzaron a los dos hombres que allí lucharan. Al parecer se les consideraba dignos de confianza. De aptitud. De carácter. Qué demonios, de lo que fuera. Alen y Elian eran tipos con suerte, quizás. Se les acababa de ofrecer un ascenso al rango de segundo al mando, un igual o ligeramente inferior al hombre que les tendía la mano para salvar el puente de la diferencia de clases. Su oponente y ahora futuro camarada se arrodilló en un acto solemne delante del recién llegado para jurar lealtad y honor. Estaba clara su decisión.

Alen se lo pensó dos veces. No pensó en los demás sino en sí mismo. ¿Era digno? ¿Estaba preparado? ¿Era poderoso? ¿Le amargaría la vida? Una infinidad de incógnitas se arremolinaron en su cabeza. Positivas y negativas todas ellas dando vuelta en su materia gris. Ventajas y desventajas. Todo ello se reducía a cambio. Algo que conocía muy bien, de primera mano. Sobradamente. Su espíritu de zanpakutō lo tendría claro. “Tírate a la piscina” le diría sin miramientos. Aunque claro, a él le daba igual si la piscina estaba vacía. El golpe sería para él. Pero como en tantas cosas tenía razón. Experimentar. De eso iba la vida. Así que a diferencia de Elian lo realizó a su modo.

– Será para mí todo un honor ocupar ese cargo. – dijo sonriendo de nuevo, destellando sus ojos de felicidad. Se llevó el puño al pecho, similar al saludo que dos mil años antes realizaran los romanos y tantas otras tribus militarizadas posteriormente. Un leve sonido metálico resonó por la semiderruida sala cuando la piel rozó la armadura, pero pronto se vió acallado por su propia voz.  – Disculpe que no me arrodille, no es por mi culpa. – apreció mientras su mirada se posaba sobre la de Elian y empezaba a reír con una ligera carcajada de su propia broma.