Nydelin Vs Gilgamesh

“Sin trabajo no se obtiene descanso, como sin lucha no se consigue la victoria. ”

El cielo de la gran ciudad de Karakura, de más de mil almas bajo la bóveda azul, se agrieta. Un punto diminuto, de color negro, opaco y totalmente ajeno a los rayos de sol que quieren atravesarlo aparece inninmutable. Lentamente, con delicada pereza se va extendiendo. Como si la misma realidad fuera rasgada por un cuchillo, de hecho así es, se abre una abertura larga, de cerca de unos dos metros de alto y treinta centímetros. No siendo suficiente, pasados unos segundos más parece estallar en una infinidad de pedazos rotos, similares a cristales. Una bota de color negro aparece a través de la abertura, pisando fuertemente el suelo y levantando motas de polvo al aire. Y tras de ella, la figura de la mujer se materializa en el mundo humano, procedente de una dimensión desconocida. El descanso, últimamente no parece estar hecho para ella. No le molesta no tener tiempo libre, pero estar alejada de su hogar, durante largos periodos de tiempo, acaba volviendo a una nostálgica. Mientras su larga melena de color rojo se azota con la ligera brisa y refleja con dureza la luz solar, recuerda levemente la mariposa infernal y su mensaje. Siempre se ha preguntado, como pueden llegar con facilidad allí dónde se encuentre uno, pero más preocupante es el contenido no el canal del mensaje.

“Capitana, se le ordena que se presente a la ciudad de Karakura con urgencia, nivel de prioridad AAA.“ El nivel AAA era el nivel más alto que se otorgaba a las misiones. Superaba por poco a su misión actual, catalogada con una simple A. “Se están produciendo una serie de ataques a la población local, y el deber de los Shinigamis es defender la ciudad. Acuda prestamente junto a sus compañeros.” Iba firmada por la mismísima cámara del cuarenta y seis. Así que usando su anillo, aquella maravilla tecnología que emulaba los portales del Senkaimon para moverse entre dimensiones pero de un tamaño reducido, había dejado atrás ese lugar, secreto, para regresar. Y allí estaba, en medio de la ciudad.

No tuvo que pensar demasiado dónde acudir. Era fácil. Una gran presión la atrajo en cuestión de segundos, junto a una gran emanación y posterior explosión de energía que iluminó una zona cercana. Prestamente se puso en movimiento para llegar a una zona de fábricas y naves industriales. Para cuando puso los pies en el lugar, un enorme cráter dominaba el terreno, las almas se movían inquietas, algunas hacía la luz por si solas y otras buscaban el consuelo de alguien como ella. Pero no tenía tiempo para eso. Aún no. Ya vendrían los rasos. Su interés estaba centrado en el causante. No tardó en detectarlo, pues emanaba un fuerte olor espiritual a arrancar. Y parecía realmente poderoso. Al menos parecía sino de su nivel quizás superior. Sin miedo encaró la mirada. Era alto, aunque no mucho más que ella misma. Y portaba una armadura dorada, reluciente bajo el mismo sol, que le cubría por completo, de pies a cabeza. Parecía un caballero sacado de un cuento de la edad media. Era tan diferente de las túnicas shinigamis, negras. Aunque la suya tenía algunos matices, al poder personalizarla ligeramente por su cargo. El haori lamentablemente no ondeaba a su espalda, pues en su anterior destino no le era posible llevarlo. Y no había pasado por casa. Lástima. Antes de atacar, debía saber, si era posible. Pese a la distancia que separaba ambos contendientes, ya que obviamente su futuro rival sabía también de su presencia,

~ Buenas tardes joven caballero. ¿Qué asuntos traen por aquí a un arrancar poderoso como tú? No creo que la simple masacre de humanos sea motivo suficiente, aunque claro… nunca se sabe. ~

Sin miedo. Sin resentimiento. Las palabras flotaron neutras en el aire, buscando alguna respuesta. Empero, la mujer estaba preparada. Para lo que pudiera suceder. Si bien no tenía la mano sobre la espada para no alarmar o mostrarse agresiva, sus piernas, sus brazos, estaban en completa tensión. No, nunca había descanso para los guerreros.

La mujer no se inmuta cuando el hombre le habla. Sus palabras girando en torno a sus capacidades y rango, le parecieron un tanto banales. Por supuesto que ella no era nadie ordinario. Los seres ordinarios no podrían aguantar esa presión y esa energía abrumadora que llegaba a los rincones más insólitos de las fábricas. Así que para ella estaban fuera de lugar, las daba por sabidas. Curioso aquel arrancar. Pero antes de subestimarlo, prefirió seguir escuchando. Se mezclaba el sonido de sus palabras con el del repiqueteo metálico de sus pies embutidos en dorado sobre el suelo. Al parecer no había dudas. No había un plan malvado secreto. Era lo que en primera instancia parecía. Una invasión. A no ser que estuviera mintiendo. Siguió quieta meditando aquellas palabras de desprecio sobre el Gotei, cuando su oponente realizó un sonido, un movimiento de alta velocidad para posarse a su lado. Ladeo la cabeza únicamente para encararlo sin hacer ningún otro esfuerzo. Aún no había comenzado la pelea. Eran los preliminares. Y allí, tan cerca de ella pudo contemplarlo con detalle. Los finos y delicados elementos de su armadura de placas. No sabía si era hecho de oro puro o bien un metal más duro bruñido en ese color. Quizás fuera capaz de aguantar el mejor de los ataques, o quizás fuera meramente ornamental. Sus ojos eran verdes o azul oscuro, intensos. Su pelo recortado le caía sobre la frente y sobre los hombros. El momento duró poco, solo suficiente para apuntar aquellos detalles en su mente.

Para cuando se fue, había cerrado los ojos. Su cara mostraba algunos signos de pesar. Las amenazas de la Sociedad eran constantes y ellos, los shinigamis eran los protectores de dichos peligros. Una y otra vez las hordas de seres malignos, corruptos azotaban las almas y aquellos que buscaban redimirlas. La eterna pelea. Con el paso del tiempo, sus propias investigaciones y una mente sagaz, Nydelin había comprendido una cosa. Tanto los Shinigamis como los Hollows u Arrancars eran caras opuestas de la misma moneda. La teoría decía que cuando el alma moría se tranformaba en un ser neutral que iba a la Sociedad o un Shinigami, seres de bien, enfrentado a los malvados Hollows y su derivada Arrancar. Más todo eso era nimio. La realidad es que todos los seres eran lo que eran. Había Shinigamis con intenciones malvadas, Arrancars con intenciones más benévolas. Y, tras de todo eso había una cosa cierta. Desde tiempos inmemoriales que ambas razas se enfrentaban en una rueda eterna, un girar y girar, sin cesar. Nada importaba aquellas palabras del Arrancar y su poder. Las veces que había ganando los Shinigamis los arrancar habían reaparecido. Y viceversa. Se necesitaban. No eran opuestos, sino complementarios. ¿Habría alguna manera de poner fin a eso? No lo sabía. Pero por el momento tocaba el presente.

~ La Sociedad de Almas no puede rendirse ante los vampiros devoradores que sois. El ganado, como lo consideráis, prefiere morir luchando ante sus devoradores a morir de rodillas. ~ No había furia en sus palabras, tampoco desespero o terror. Simplemente era una verdad. Correr o luchar. Y en su tierra natal, no podrían correr. ~ Los Shinigamis por nuestra parte, cumplimos con el deber. Purificar a aquellos de oscuro corazón o faltos de corazón para que puedan mejorar. Para que algún día alcancen las puertas doradas del Nirvana celestial. ~ Lentamente empezó a retirar la espada azulada de su funda. Hacía tiempo que no la usaba. Pese a los azotes de la misión anterior, no había liberado su hoja de la funda. Era el momento. Sus palabras debían ir acorde su expresión no verbal. Su prometía defender y luchar, era lo normal. ~ Lo siento. La rendición absoluta no es una opción ahora mismo para nuestros intereses. Solo espero que tu arrogancia vaya acompañada de verdadero poder. Quizás solo así veremos que sucede. Las guerras deben lucharse. Cuando desees. ~ Estaba lista. Era el momento. La pelea empezaba. Como siempre, la mujer cedía el primer turno al oponente para ver sus capacidades. Estrategia vs poder bruto.